INTRODUCCIÓN
Cuando se produce una rotura de la piel o
de las mucosas, los microorganismos pueden pasar del medio externo al interno.
Como reacción y en un intento de localizar al agente invasor, se produce una
reacción en el tejido conectivo vascularizado que se denomina inflamación. Este
complejo proceso produce el acúmulo de fluidos y leucocitos en el espacio
extravascular. La inflamación puede ser originada por factores endógenos
(necrosis tisular o rotura ósea) o factores exógenos como lesiones por agentes
mecánicos (corte, etc), físicos (quemaduras), químicos (corrosivos), biológicos
(microorganismos) e inmunológicos (reacciones de hipersensibilidad). Aunque en
algunos casos, como la hipersensibilidad, la inflamación puede tener
consecuencias nocivas, por lo general es una respuesta protectora que trata de
restaurar los tejidos lesionados. Tras un proceso inflamatorio puede ocurrir lo
siguiente:
1. Resolución
con retorno a una estructura y función normales
2. Supuración
con formación de abceso
3. Hinchazón
con regeneración de tejido especializado o fibroso formando una cicatriz y
4. Persistencia
del agente causante, haciéndose el proceso crónico
La respuesta inflamatoria está formada por
plasma, células circulantes, vasos sanguíneos y constituyentes celulares y
extracelulares del tejido conectivo. Entre las células circulantes se incluyen
los neutrófilos, monocitos, eosinófilos, linfocitos, basófilos y plaquetas. Las
células del tejido conectivo son los mastocitos, que rodean los vasos
sanguíneos y los fibroblastos. La matriz extracelular consiste en proteínas
fibrosas estructurales (colágeno, elastina), glicoproteínas adherentes
(fibronectina, laminina, entactina, tenascina y otras) y proteoglicanos. La
membrana basal es un componente especializado de la matriz extracelular que
consiste en glicoproteínas adhesivas y proteoglicanos.
Los cuatro signos cardinales de
la inflamación fueron descritos por Paracelso (30 AC al 38 DC) y son:
1. rubor (coloración
roja)
2. tumor (hinchazón)
3. calor
4. dolor.
Posteriormente, Galeno (130-200) añadió un
quinto signo: pérdida de función. La coloración y el calor se
deben a un aumento del flujo sanguíneo en el área traumática y a la
constricción de las vénulas. Los cambios de la microcirculación son inducidos
por mediadores químicos. Estos mediadores, además, aumentan la permeabilidad
capilar con lo que los líquidos y las células sanguíneas pasan al espacio
extravascular provocando la hinchazón y un aumento de la presión local que es
el que origina el dolor.
La inflamación según su duración se divide en aguda y crónica. La aguda
es de duración relativamente corta (minutos, horas o unos pocos días), se
inicia muy rápidamente y se caracteriza por el exudado de fluidos plasmáticos y
la migración de leucocitos predominantemente neutrófilos. La inflamación
crónica dura semanas, meses o incluso años y se caracteriza histológicamente
por el infiltrado de linfocitos y macrófagos con la proliferación de vasos
sanguíneos y tejido conectivo
Inflamación aguda
Los cambios que se producen tras la lesión
tisular se deben a tres procesos:
1. Cambios en
el flujo y calibre vascular, que hacen que aumente el flujo sanguíneo
2. Cambios
estructurales en los vasos sanguíneos que aumentan la permeabilidad vascular e
inducen la formación de exudado inflamatorio
3. Paso de los
leucocitos del espacio vascular al extravascular alcanzando así el foco de las
lesiones.
El resultado de todo ello es el
acúmulo de un fluido rico en proteínas, fibrina y leucocitos.
En los primeros 10-15 minutos se produce
una hipertemia por dilatación de arteriolas y vénulas y apertura de los vasos
de pequeño calibre. Tras esta fase aumenta la viscosidad de la sangre, lo que
reduce la velocidad del flujo sanguíneo. Al disminuir la presión hidrostática
en los capilares, la presión osmótica del plasma aumenta, y en consecuencia un
líquido rico en proteínas sale de los vasos sanguíneos originando el exudado
inflamatorio.
Inflamación crónica
Si la inflamación dura semanas o meses se
considera crónica, y tiene dos características importantes:
1. El
infiltrado celular está compuesto sobre todo por macrófagos, linfocitos y
células plasmáticas
2. La reacción
inflamatoria es más productiva que exudativa, es decir, que la formación de
tejido fibroso prevalece sobre el exudado de líquidos.
La inflamación crónica puede producirse por
diversas causas: a) progresión de una inflamación aguda; b) episodios recurrentes
de inflamación aguda y c) inflamación crónica desde el comienzo asociada
frecuentemente a infecciones intracelulares (tuberculosis, lepra, etc).
Microscópicamente la inflamación crónica se
caracteriza por la presencia de macrófagos y sus derivados (células
epitelioides y gigantes), linfocitos, células plasmáticas, neutrófilos,
eosinófilos y fibroblastos.
Inflamación crónica granulomatosa
Algunas formas de inflamación crónica
tienen una histología peculiar que consiste en el acúmulo de macrófagos
modificados llamados epitelioides formando unos agregados nodulares llamados
granulomas. Las células epitelioides reciben ese nombre porque se asemejan a células
epiteliales. Tienen un núcleo vesicular y abundante citoplasma eosinófilo y
segregan el enzima convertidor de angiotensina (Kininasa II), la fosfatasa
ácida y mucopolisacáridos. Además, los macrófagos pueden fusionarse por efecto
del IFN-g y
formar células gigantes que contienen hasta 100 núcleos.
Migración leucocitaria
Inicialmente, en la inflamación aguda se
acumulan predominantemente los leucocitos neutrófilos polimorfonucleares y en
las fases tardías, los monocitos y macrófagos. Hay tres fases para el
reclutamiento de las células en la región dañada, es decir, la extravasación o
salida de las células desde la luz del vaso al espacio intersticial. En el
capítulo dedicado al estudio de
las moléculas adhesión se analiza
la función de las mismas en los procesos de migración leucocitaria.
Normalmente las células ocupan la parte
central del torrente sanguíneo teniendo muy poco contacto con el endotelio. Al
aumentar la permeabilidad vascular, el flujo sanguíneo se enlentece, lo que
permite a los leucocitos acercarse al endotelio vascular. Este proceso se
denomina marginación y se debe a los cambios hemodinámicos producidos en la
inflamación.
Los leucocitos escapan del torrente
circulatorio mediante un movimiento ameboide activo. Cuando los leucocitos
entran en contacto con la célula endotelial, proyectan pseudópodos y migran por
la superficie hasta que detectan una unión celular inter-endotelial. Durante su
paso desde la luz vascular al tejido extravascular, el leucocito rompe las
uniones inter-endoteliales y la membrana basal probablemente a través de la
secreción de colagenasa.
El tipo de leucocito que migra depende
mucho del tiempo que dura la inflamación y del tipo de estimulo. En la mayoría
de los casos, en la inflamación aguda los neutrófilos son las células
predominantes durante las primeras 24 horas. Estas células empiezan a
acumularse en los primeros minutos tras la lesión, mientras que los monocitos y
macrófagos se acumulan más tarde, tras
24 horas. Después de la extravasación, los leucocitos migran en los tejidos a
los lugares donde se ha producido la lesión mediante el proceso de quimiotaxis.
En la inflamación intervienen multitud de células pero entre ellas
destacan los granulocitos neutrófilos y los fagocitos mononucleares. La vida de
los neutrófilos es muy corta, sólo de 3 a 4 días. Algunos de los productos de los gránulos son
bactericidas, mientras que otros son capaces de degradar la matriz proteica
extracelular. Muchos de los neutrófilos mueren en los lugares de inflamación
liberando los enzimas que pueden dañar las células o las proteínas de la matriz
extracelular.
Los fagocitos mononucleares se diferencian en prácticamente todos los
tejidos del organismo de distinta manera según el tejido que ocupan, dando
lugar a macrófagos. Los macrófagos tienen una producción autocrina de factores
de crecimiento tales como el GM-CSF o el M-CSF que hacen que proliferen
localmente en los tejidos. Para llevar a cabo sus funciones, los macrófagos
necesitan ser activados por el IFN-g.
Además de las células directamente implicadas en la inflamación, como
son los neutrófilos, macrófagos y linfocitos, los basófilos, mastocitos,
plaquetas y células endoteliales también producen mediadores químicos. Hay dos
tipos, los mediadores
tisulares y los mediadores plasmáticos de la inflamación.
Mediadores tisulares de la inflamación
La activación de los mastocitos, basófilos
y plaquetas estimula el metabolismo del acido araquidónico con la consiguiente
síntesis de prostaglandinas, leucotrienos y tromboxanos
La histamina y la serotonina, segregadas
por mastocitos, basófilos y plaquetas, producen vasodilatación y aumentan la
permeabilidad vascular. El PAF es un complejo lisofosfolípido-acetilado
que induce la agregación plaquetaria y la degranulación. Además, aumenta la
permeabilidad vascular, induce la adhesión leucocitaria y estimula la síntesis
de derivados del ácido araquidónico. Estos derivados incluyen las
prostaglandinas y los leucotrienos.
El ácido araquidónico es un ácido graso
derivado del ácido linoleico que se encuentra en la membrana celular y bajo
estimulación puede ser liberado al exterior de la célula por una fosfolipasa .
El óxido nítrico se produce por las células endoteliales, macrófagos y
neuronas del cerebro.


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